Para que una lengua sea universal no basta darle ese nombre. |
El lector desconfiará sin duda cuando ponga los ojos en este librito; suponiendo que trata de una utopía imposible de realizar. Sin embargo yo le rogaría renunciase a ese prejuicio y considerase seriamente y sin prevención lo que me propongo tratar en esta pequeña obra.
No quiero extenderme mucho en la importancia inmensa que tendría para la humanidad la existencia de una lengua internacional, reconocida por todos los pueblos, una lengua que sería la propiedad común del universo entero, sin pertenecer especialmente a ninguno de los pueblos existentes. Cuánto tiempo y fatiga invertimos en aprender una o más lenguas extrañas, a pesar de lo cual somos incapaces de hablar a la gente en su idioma cuando viajamos al extranjero. Cuánto tiempo, esfuerzo y dinero se invierte también en traducir las producciones literarias de una nación a la lengua de otra, y sin embargo, no estamos en situación de disfrutar más que de una parte ínfima de esas literaturas extranjeras. Si existiera una lengua internacional todas las traducciones se verterían a esta lengua y otras obras, que en sí mismas tendrían entonces un carácter internacional, serían escritas en esta lengua. El muro infranqueable que separa las literaturas se desplomaría y las obras de los demás pueblos nos serían tan accesibles como las de nuestra propia nación. La lectura se volvería común a todos y con ella la educación, el ideal, las convicciones, las tendencias: todos los pueblos se encontrarían reunidos en una sola familia.
Obligados a economizar nuestro tiempo para consagrarlo al estudio de las diversas lenguas, no estamos en situación de consagrarle el suficiente a ninguna: así, por una parte es extraño que haya gente que domine perfectamente incluso su propia lengua, y por otra parte las lenguas extranjeras no se pueden perfeccionar en la medida que deberían. Por ello nos hemos visto a veces forzados a apropiarnos de palabras, incluso expresiones enteras, de otras lenguas para no expresarnos con poca exactitud e incluso pensar incorrectamente, vista la pobreza relativa de cada idioma, que a menudo no tiene la riqueza deseada en una u otra dirección. El medio para remediar estos defectos sería no poseer más que dos lenguas, lo que nos pondría a cada uno en situación de dominarlas más pronto, y cada lengua en sí misma podría desarrollarse mejor y esperar un grado más alto de perfección y de riqueza. Puesto que es la lengua el motor principal de la civilización, gracias a ella los hombres se han elevado tan alto por encima de los animales; cuanto más perfecta es su lengua, más accesible al progreso es una nación. La diferencia de las lenguas es una de las fuentes principales de la diferencia y de la hostilidad recíproca entre sus naciones respectivas, puesto que es la lengua la que sorprende antes de nada a los hombres cuando se encuentran: no teniendo el medio de hacerse comprender, nos evitamos los unos a los otros. Al encontrarse, los hombres no se informan de sus opiniones políticas, de la parte del globo donde viven sus antepasados desde hace más o menos tiempo, pero hablan y pronto cada sonido de las palabras que dicen les recuerda que son extranjeros el uno al otro. El que haya vivido casi siempre en una ciudad donde se hieren diferentes naciones hostiles ciertamente comprenderá y apreciará el servicio inmenso que prestaría una lengua internacional que sin mezclarse en la vida interior de los pueblos, pudiese ser, por lo menos en un país habitado por diferentes nacionalidades, lengua oficial y secular. Parece inútil extenderse sobre la enorme importancia que tendría una lengua internacional para las ciencias y el comercio. Todo aquél que haya reflexionado seriamente sobre esta cuestión, aunque sea sólo una vez en la vida, ha debido necesariamente reconocer que no habría sacrificio demasiado grande para conseguir una lengua universal. Por ello todo intento en esta dirección, por pequeño que sea, debería atraer nuestra atención. La cuestión que presento hoy al público es el fruto de un trabajo madurado por largos años de trabajo; me atrevo pues a halagarme con la esperanza de que en consideración a su gran importancia el lector tendrá a bien darme un poco de su tiempo y leer atentamente este librito hasta el final.
No me he propuesto analizar aquí todos los intentos que se han hecho ya con el fin de crear una lengua internacional. Me contentaría con atraer la atención del lector al hecho de que todos estos intentos se han limitado a crear un sistema de signos para expresar brevemente el pensamiento en caso de necesidad, o se han restringido exclusivamente a una simplificación natural de la gramática y a cambiar las palabras que existen en las lenguas actuales por otras inventadas al azar.
Todos estos intentos contaban ingenuamente con el placer que su aparición causaría al mundo y la sanción unánime que se le concedería indudablemente. Pues bien, esta sanción unánime es precisamente lo que es más difícil de adquirir, vista la indiferencia del mundo hacia todos los ensayos, proyectos que no traen un beneficio inmediato y palpable y que no cuentan más que con su buena voluntad de inmolar su tiempo para el bien público. La mayoría de la gente se interesa poco por estas cosas y los que tienen algo de interés juzgan que no vale la pena perder el tiempo en aprender una lengua que nadie comprende, a excepción de su autor. Que primero, dicen,empiece a aprenderla todo el mundo o por lo menos varios millones de personas, y entonces yo también la aprenderé. ésa es la razón por la que una obra que no presente utilidad para cada interesado tomado aisladamente más que a partir del momento en que haya adquirido previamente un número suficiente de seguidores, no encuentra adeptos y muere en el momento de su nacimiento. Si, según esto, uno de los últimos intentos de este tipo, conocido con el nombre de Volapuk, ha adquirido, digamos, un número de adeptos, es que la idea de una idea de una lengua universal es tan atractiva y tan elevada que encuentra entusiastas, que -cualesquiera que sean sus probabilidades de éxito, estén dispuestos a sacrificar su tiempo para contribuir a su realización. Pero el número de entusiastas no sobrepasará un cierto límite, porque el mundo frío e indiferente no querrá consagrar su ocio únicamente para hacerse comprender por un número pequeño de individuos, de manera que este último intento, como todos los que le han precedido, está destinado a desaparecer sin haber traído fruto.
La cuestión de una lengua internacional me ocupa desde hace mucho tiempo, pero no me considero más capaz ni más enérgico que los autores de los intentos precedentes que no han obtenido resultado, sino que me he contentado con hacer de ello el tema de mis reflexiones constantes. Pero algunos pensamientos afortunados, fruto de estas reflexiones, me daban el valor para continuar mi trabajo y me animaban a intentar, aunque no pudiese superar sistemáticamente todos los obstáculos que se presentaran para crear y poner en uso una lengua universal racional. Creo haber triunfado más o menos, y es el fruto de este trabajo perseverante lo que ofrezco ahora al juicio benevolente de los lectores.
Los principales problemas que habría que resolver son los siguientes:
De todos los proyectos presentados al público en diferentes épocas y a menudo bajo el nombre sonoro de lengua universal, que no merecían, no ha habido uno solo que haya acometido la resolución de más de uno de los problemas enunciados, y además no lo han resuelto más que en parte.
Además de esos problemas hay otros que habría que resolver también, pero no los considero esenciales, y no me entretendré más en ellos.
Antes de exponer la manera en que he resuelto los problemas citados más arriba, rogaría al lector que tomase en consideración su importancia y no juzgar demasiado ligeramente mi método, por la única razón que puede parecer demasiado simple. Si hago esta aclaración es porque sé la inclinación de la mayor parte de la gente en no estimar ante ciertas cosas, las que les parecen complicadas, más extensas y más difíciles de comprender. Al ver un manual tan pequeño, que comprende reglas de una simplicidad extrema, accesibles a todo el mundo, se tiende a tratarlo con desdén, y sin embargo es precisamente para conseguir esta simplicidad y concisión y para transformar las cosas en sus formas más complicadas donde han tenido origen, en formas más simples, donde se han podido superar las grandes dificultades.
La gramática completa de mi lengua se puede aprender perfectamente en una hora. Es evidente, pues, cómo semejante gramática facilita el estudio de la lengua.
Ejemplo nr.1.El prefijo mal significa lo contrario de la palabra enunciada; de donde resulta que conociendo la palabra bona, bueno, podemos formar la palabra malbona, malo, de forma que no hay necesidad de una palabra aparte para expresar la idea de malo; alta, alto-malalta, bajo, estimi, estimar-malestimi, despreciar, y así sucesivamente. Por lo tanto, habiendo tomado la palabra mal estamos exentos de aprender una locura de palabras, como por ejemplo duro (sabiendo la palabra blando), fío, viejo, sucio, distante, pobre, obscuridad, vergüenza, odio, maldecir, etc...
Ejemplo nr. 2. El sufijo in indica el femenino; así con la palabra frato, hermano, podemos formar por nuestra cuenta la palabra fratino, hermana; padre-patro, madre-patrino. Consecuentemente, palabras tales como abuela, hija, mujer, gallina, vaca, etc..., son superfluas.
Ejemplo nr. 3. El sufijo il indica un instrumento para una acción. Por ejemplo, tranæi, cortar, tranæilo, cuchillo; así las palabras peine, hacha, campana, arado, patines, etc..., son innecesarias; y podríamos seguir así hasta unos cincuenta prefijos y sufijos.
He establecido además, como regla general, que las palabra que ya son internacionales (es decir, las palabras llamadas extranjeras) no cambian en la lengua internacional, no toman de ella más que la ortografía. De esta manera no se tiene necesidad de aprender una gran cantidad de palabras, como por ejemplo: átomo, botánica, comedia, desinfectar, doctor, emancipar, forma, figura, locomotora, monopolio, nervio, platina, público, redacción, telégrafo, temperatura, teatro, vagón, etc.
Gracias a las reglas citadas más arriba y también a algunas propiedades de esta lengua, sobre las cuales encuentro inútil extenderme aquí, la lengua se vuelve muy fácil; sólo hay que aprenderse unas 900 palabras para estar al cabo del estudio, incluyendo en este número todas las terminaciones gramaticales, todos los prefijos y sufijos. Con esta pequeña provisión de novecientas palabras se puede, sin poseer una capacidad particular o extraordinaria y sin ningún esfuerzo de ingenio, formar a partir de las palabras y reglas indicadas todas las demás palabras, expresiones y giros necesarios en la vida cotidiana. Además, estas 900 palabras -que figuran mas abajo están escogidas de tal modo que cualquier persona, por poca cultura que tenga, se las aprenderá con una facilidad extrema. Así, el estudio de esta lengua rica, armoniosa, que todo el mundo puede comprender (la razón de ello se explicará más abajo) no exige más que un cierto número de años, como sí demandan las otras lenguas: para aprenderla basta el trabajo de algunos días.
Supongamos que me encuentro en Francia, sin conocer una sola palabra de francés, y tengo por ejemplo necesidad de dirigirme a alguien: le escribo en un papel, en la lengua internacional, supongamos que las palabras siguientes:
Mi ne sci,as kie mi las,is la baston,on,; æu vi øi,n ne vid,is?
Le presento el diccionario internacional-francés, mostrándole la primera página donde se encuentra impresa, en grandes letras, la frase siguiente:
Todo lo que está escrito en la lengua internacional puede ser comprendido con la ayuda de este diccionario. Las palabras que forman juntas una sola idea se escriben juntas, pero se separar unas de otras por comas; por ejemplo, la palabra frat,in,o, que expresa una sola cosa, está formado por tres palabras, y cada una de ellas se busca aparte.
Si mi interlocutor no ha oído jamás hablar de la lengua internacional, comenzará por abrir los ojos de asombro, y después tomará mi papel y buscará en el diccionario y encontrará lo que sigue:
Esperanto | francés | [español] |
---|---|---|
Mi | moi | yo |
ne | ne | no |
sci | savoir | saber |
as | present | presente |
kie | où | dónde |
mi | ||
las | laisser | dejar |
is | passé | pasado |
la | le | el |
baston | batôn | bastón |
o | sustantif | substantivo |
n | accusativ | acusativo |
Æu | [commence ?] | ¿ |
Vi | vous | Vd., tú |
øi | il | ello |
n | ||
ne | ne | no |
vid | voir | ver |
is |
De esta manera el francés comprenderá claramente lo que se le quiere decir. Si quiere responder, le mostraré el diccionario francés-internacional, al comienzo del cual está escrito lo que sigue:
Si Vd. quiere expresar algo en lengua internacional sírvase de esta parte del diccionario para buscar las palabras y el suplemento gramatical para buscar las terminaciones y formas gramaticales.
Puesto que en ese suplemento, como se ve en el manual, todas las reglas gramaticales de cada parte de la oración no ocupa más que algunas líneas, la búsqueda de la terminación para expresar la forma gramatical que se necesita no ocupará más tiempo que la de una palabra en el diccionario.
Quisiera centrar la atención del lector en el punto expuesto, tan sencillo a primera vista pero que es de extrema importancia práctica. Es evidente que no estaréis en estado de haceros entender en ninguna otra lengua por alguien que no la hable, incluso con la ayuda del mejor diccionario, ya que para saber usar un diccionario en una lengua hay que conocerla por lo menos. Para saber encontrar una palabra deseada en el diccionario hay que conocer su raíz; sin embargo en las uniones de la frase la mayor parte de las palabras se usan con transformaciones gramaticales, que a menudo no recuerdan nada a la forma primitiva de la palabra; pues a estas palabras se unen diferentes sufijos y prefijos que cambian el aspecto y el sentido, tanto, que sin un conocimiento previo de la lengua no encontraríais casi ninguna de esas palabras en el diccionario, e incluso las palabras que ya se han encontrado no nos darían ninguna idea exacta de lo que significa la frase. Así, si yo escribiese por ejemplo en alemán la frase citada más arriba: Ich weiss nicht, wo ich den Stock gelassen habe, haben Sie ihn nicht gesehen?; los que no conociesen la lengua alemana encontraría en el diccionario lo que sigue:
yo-blanco-no-donde-yo-yo-?-piso- bastón-de sangre fría-la fortuna-tener-ella, ellos, ustedes-?-no-?-
(Los puntos de interrogación significan que las palabras que substituyen no se encuentran en el diccionario, puesto que son formas gramaticales de otras palabras). Paso por alto que los diccionarios, incluso los que se dicen de bolsillo, de las lenguas conocidas son extremadamente amplios, y que después de haber buscado dos o tres palabras seguidas se está cansado, mientras que gracias a la desarticulación de las ideas que he introducido en la lengua internacional, el diccionario de esta lengua es extremadamente pequeño y fácil de manipular; igualmente es de notar aún que en las lenguas conocidas cada palabra tiene en el diccionario varios significados, de los que hay que escoger uno al azar. Si imaginamos una lengua que tenga una gramática de lo más ideal y simple con significados definidos para cada palabra, se llegaría sin embargo a que para hacer comprender nuestro escrito a nuestro interlocutor o correspondiente con la ayuda de un diccionario haría falta que éste hubiese no solamente aprendido previamente la gramática de esta lengua, sino que estuviese lo suficientemente versado en ella para poder orientarse con facilidad y poder distinguir las palabras originales de las palabras alteradas por las formas gramaticales, derivadas o compuestas, es decir, que la ventaja de recurrir a la lengua dependería del número de sus adeptos, en cuya ausencia sería nula. Si estuviéramos, por ejemplo, en un vagón de ferrocarril y queriendo interrogar al vecino así: ¿cuánto tiempo nos detendremos en N?, exigiríamos ciertamente que él tomase la gramática de nuestra lengua. En la lengua internacional podemos ser comprendidos por cada extranjero no solamente si esta lengua no le es familiar, sino incluso si ignora su misma existencia. Un libro escrito en la lengua internacional puede ser leído por cualquiera, sin la menor preparación, y sin tener necesidad de leer prefacio alguno que explique el empleo del diccionario; en fin, un hombre letrado no tendría incluso necesidad de hacer demasiado uso del diccionario, como se verá más abajo.
Supongamos que queremos escribir a un turco de Ankara, cuya lengua no conocemos y él tampoco conoce la nuestra, y dudamos que él conozca la lengua internacional o que incluso haya oído hablar de ella; ¡podemos sin embargo escribirle en la seguridad de ser comprendidos! Como se ve en el ejemplar adjunto, el diccionario completo de las palabras necesarias en la vida cotidiana no ocupa, gracias a la construcción particular de esta lengua, más que una hoja, lo que facilita su introducción en el sobre: así no hay más que escribir una carta en la lengua internacional y añadir el diccionario en lengua turca, que se puede procurar por poco dinero, y el destinatario puede comprender la carta, puesto que este pequeño diccionario encierra no solamente la clave de la carta, sino que indica su destino y la manera de servirse de él. Como las palabras de esta lengua son adecuadas a innumerables relaciones recíprocas, se puede con la ayuda del pequeño diccionario expresar todo lo que se necesite decir en el curso ordinario de la vida. Ni que decir tiene que las palabras que se encuentran raramente, las palabras técnicas y también la palabras llamadas extranjeras, que se puede presumir que se conozcan en todo el mundo, como por ejemplo tabaco, teatro, fábrica y otras semejantes, no están en el diccionario porque si surgiese la necesidad de usar palabras parecidas y no se les pudiese substituir por otras o por perífrasis habría entonces que hacer uso del diccionario completo, que no habría necesidad de expedir al mismo tiempo que la carta, como hemos dicho más arriba; bastaría escribir entre paréntesis la traducción de estas palabras en la lengua del destinatario.
Tras haber explicado en qué consiste la esencia de la lengua internacional, doy algunos ejemplos de fragmentos en esta lengua para que el lector pueda verificar por sí mismo las consideraciones que he hecho valer más arriba.
Kara amiko!
Mi leg,is antaý kelk,a,j tag,o,j libret,o,n sub la nom,o Lingv,o Internaci,a. La aýtor,o kred,ig,as, ke per ti,u lingv,o oni pov,as est,i kompren,at,a de la tut,a mond,o, se eæ la adres,it,o ne sol,e ne sci,as la lingv,o,n, sed eæ ankaý ne aýd,is pri øi; oni dev,as sol,e al,don,i al la leter,o mal,grand,a,n foli,et,o,n nomat,a,n vortar,o. Dezir,ant,e vid,i æu ti,o est,as ver,a, mi skrib,as al vi en ti,u lingv,o, kaj mi eæ unu vort,o,n ne al,met,as en ali,a lingv,o, ti,el ki,el se ni tut,e ne kompren,us unu la lingv,o,n de la al,i,a. Respond,u al mi, æu efectiv,e komrpen,is ki,o,n mi scrib,is. Se la afer,o propon,it,a de la aýtor,o est,as efektiv,e bon,a, oni dev,as per æi,u,j fort,o,j li,n help,i. Ki,a,n mi hav,os vi,a,n respond,o,n, mi send,os al vi la libr,et,o,n; montr,u øi,n al æi,u,j loøant,o,j de vi,a urb,et,o, send,u øi,n æi,u,n vilaø,o,n æirkaý la urb,et,o, æi,u,n urb,o,n kaj urb,et,o,n ki,e vi nur hav,as amik,o,j,n aý konat,o,j,n. Est,as neces,e ke grand,eg,a nombr,o da person,o,j don,u si,a,n voæ,o,n -ti,a,n post la plej mal,long,a temp,o est,os decid,it,a afer,o, ki,u pov,as port,i grand,eg,a,n util,o,n al la hom,a soci,et,o.
I. Patr,o Ni,a.
Patr,o ni,a, kiu est,as en la æiel,o, sankt,a est,u Vi,a nom,o, ven,u reø,ec,o Vi,a est,u vol,o Vi,a kiel en la æiel,o tiel ankaý sur la ter,o. Pan,o,n ni,a,n æiu,tag,a,n don,u al ni hodiaý kaj pardon,u al ni þuld,o,j,n ni,a,j,n kiel ni ankaý pardon,as al ni,a,j þuld,ant,o,j; ne konduk,u ni,n en tent,o,n, sed liber,ig,u ni,n de la mal,ver,a, æar Vi,a est,as la reg,ad,o, la fort,o kaj la glor,o etern,e. Amen! II. El la Bibli,o.
Je la komenc,o Di,o kre,is la ter,o,n kaj la æiel,o,n. Kaj la ter,o. Kaj la ter,o est,is sen,form,a kaj dezert,a, kaj mal,lum,o est,is super la profund,a¼,o kaj la anim,o de Di,o sin port,is super la akv,o. Kaj Di,o dir,is: est,u lum,o; kaj far,iø,is lum,o. Kaj Di,o vid,is la lum,on, ke øi est,as bon,a, kaj nom,is Di,o la lum,o,n tag,o, kaj la mal,lum,o,n Li nom,is nokt,o,n. Kaj est,is vesper,o, kaj est,is maten,o -unu tag,o. Kaj Di,o dir,is: est,u firm,a¼,o inter la akv,o, kaj øi apart,iø,u akv,o,n de akv,o. Kaj Di,o kre,is la firm,a¼,o,n kaj apart,ig,is la akv,on kiu est,as sub la firm,a¼,o de la akv,o kiu est,as super la firm,a¼,o; kaj far,ig,is tiel. Kaj Di,o nom,is la firm,a¼,o,n æiel,o. Kaj est,is vesper,o, kaj est,is maten,o -la du,a tag,o. Kaj Di,o dir,is: kolekt,u si,n la akv,o de sub la æiel,o unu lok,o,n, kaj montr,u sin sek,a¼,o; kaj fariøis tiel. Kaj Di,o nom,is la sek,a¼,o,n ter,o, kaj la kolekt,o,j,n de la akvo Li nom,is mar,o,j.
III. Leter,o.
Mi prezent,as al mi ki,a,n vizaø,o,n vi far,os post la ricev,o de mi,a leter,o. Vi rigard,os la sub,skrib,o,n kaj ek,kri,os; æu li perd,is la saø,o,n?! Je ki,a lingv,o li skrib,is? Ki,o,n signif,as la foli,et,o ki,u,n li al,don,is al si,a leter,o? Trankvil,iø,u, mia kar,a! Mi,a saø,o, kiel mi almenaý kred,as, est,as tut,e en ord,o.
Æu vi dorm,as? Ho, sinjor,o
Kial tia sen,mov,ec,o?
Ha, kred,ebl,e re,memor,o
El la kar,a infan,ec,o?
Kio,n dir,i? Ne plor,ant,a
Pov,is est,i parol,ad,o
Kun fraýl,in,o ripoz,ant,a
Post somer,a promen,ad,o!
Mi,a pens,o kaj turment,oj!
Fajr,o,n sent,as mi intern,e,
Kiom de mi en silent,o
Viv,i ankaý mi dezir,as,
Al vi ir,is jam ofer,o,j!
Io pel,as mi,n etern,e,
Ki,o,n hav,is mi plej kar,a,n—
Se mi al gaj,ul,o ir,as...
La jun,ec,o,n mi plor,ant,a
Se ne plaæ,as al la sort,o
Met,is mem sur la altar,o,n
Mia peno kaj labo,ro—
De la dev,o ordon,ant,a!
Venu tuj al mi la mort,o,
---En espero -sen dolor,o!
De l' patr,o de l' vi,a la kron,o
Por mi øi ne est,as hav,ind,a!
For, for li,a sceptr,o kaj tron,o—
Vi,n mem mi dezir,as, am,ind,a!
—Ne ebl,e!, þi al mi re,dir,as:
En tomb,o mi est,as ten,at,a,
Mi nur en la nokt,o,n el,ir,as
Al vi, mi,a sol,e am,at,a!
Ho, mi,a kor'! Post long,a labor,ad,o
Æu mi ne vink,os en decid,a hor' !
Sufiæ,e! trankvil,iø,u de l' batad,o,
Ho, mi,a kor'!
Si cada lector ha reflexionado sobre lo que he explicado más arriba, llegará a la conclusión de que el estudio de la lengua internacional le presenta ventajas incontestables y recompensa suficientemente los esfuerzos poco considerables que tendrá que hacer para aprenderla; podría pues esperar que la lengua encuentre desde el principio una gran cantidad de adeptos. Pero prefiero estar preparado a coyunturas desfavorables que halagarme en vanas esperanzas optimistas. Admito que no se encontrarán pronto estas personas, que no habrá más que muy pocas personas que encuentren el conocimiento de esta lengua una ventaja bastante marcada para sacrificarle incluso una hora de su tiempo; que la gran mayoría de mis lectores no prestará más que un poco de atención a mi obra y no se decidirá fácilmente a estudiarla, sea por la duda de que les indemnice suficientemente por sus esfuerzos, sea por la creencia de ser tenidos por soñadores -sobrenombre que en nuestra época la mayor parte de la gente considera una especie de vergüenza y que se teme más que otra cosa. ¿Qué hacer entonces para animar a esta masa de indiferentes y de indecisos a ponerse a estudiar la lengua internacional?
Si nuestros deseos pudiesen penetrar el alma de cada uno de esos indiferentes, sin duda nosotros veríamos lo que sigue: que al principio nadie se opone a la introducción de una lengua internacional, que al contrario todos la saludarían con placer, pero que cada uno quisiera que sin el menor esfuerzo ni el menor sacrificio de su parte llegase el día en que la mayoría de la humanidad hablase de pronto esta lengua; es evidente que entonces las personas más indiferentes se aplicarían a aprenderlo, porque ahorrar en este caso un poco de trabajo para aprender una lengua que posee las propiedades enunciadas más arriba y que ya es conocida por la mayoría sería, por no decir más, un gran infantilismo.
Con el fin de presentar al público una obra totalmente dispuesta y para que, sin el menor esfuerzo ni sacrificio de parte de nadie, sea verdad un día que una parte considerable de personas cultas hayan tomado o prometido publicamente aprender la lengua internacional, actúo de la forma siguiente:
El librito actual se enviará a todas las partes del mundo. sin exigir que se tome mi lengua o que se le haga no importa que, que exija trabajo u ocasione un gasto de dinero, ruego a cada lector que quiera tomar la pluma para completar una de las promesas en blanco adjuntas y hacérmelas llegar. La promesa en cuestión contiene lo que sigue: Yo, el firmante, prometo aprender la lengua internacional inventada por el doctor Esperanto tan pronto como diez millones de personas hayan dado públicamente la misma promesa.
Sigue la firma y el sello del firmante y por el otro lado el nombre completo, claramente escrito, con la dirección precisa de la persona firmante. En cuanto a la persona que en principio tenga algo que objetar a la lengua internacional, que tenga a bien enviarme la promesa en blanco, tachando el texto con la inscripción kontraý (contra); mientras que los que quieran aprender la lengua independientemente del número de promesas firmadas harán bien en quitar la segunda parte del texto y substituirla por la inscripción senkondiæe (incondicionalmente).
La firma de una de estas promesas no exige ningún esfuerzo, no entraña ningún sacrificio ni está ligada a nada en caso de fracaso de la empresa: no se compromete a aprender la lengua más que cuando diez millones de personas la quieran aprender. Pero entonces será evidente que por parte del signatario no será un sacrificio, sino una acción que se apresuraría a cumplir, sin estar agobiado por una promesa. Por otro lado cada firma hará avanzar un paso la realización de un ideal tradicional de la humanidad, y esto sin ningún sacrificio individual.
Tan pronto como el número de promesas que se me envíen alcance la cifra de diez millones, todos los nombres de los signatarios serán publicados, así como sus direcciones, en un libro especial, y al día siguiente de la aparición de este libro será manifiesto que diez millones de personas se han comprometido recíprocamente a aprender la lengua internacional: y la cuestión estará resuelta.
Si la firma, que contribuye a la realización de un sublime ideal, no exige al signatario ningún sacrificio moral o material y no le trastorna en nada tenemos el derecho a esperar que nadie se negará a darla. Una negativa, en estas circunstancias, no podría llamarse negligencia, sino más bien pecado: pecado hacia la humanidad; no sería sólo indiferencia por el bien público, sino oposición hecha al proyecto, y no se podría explicar más que por la aprensión que tendría un aristócrata de nacimiento, de las finanzas o de la ciencia, de ver su nombre con el mismo rango que el de una persona de una esfera inferior. Pero me atrevo a esperar, por el honor de la humanidad, que no se encuentre más que algunas personas que, por razones tan mezquinas, quieran obstaculizar la iniciación de una obra tan importante para toda la raza humana.
No hay ninguna duda de que habrá gente que en principio tenga que objetar algo contra el solo hecho de la introducción de una lengua universal, pero podría sin embargo encontrarse quien no la aprueba en cuanto a la forma bajo la que se presenta. A estos les ruego encarecidamente que tengan a bien dirigirme una protesta motivada, en lugar de la promesa mencionada más arriba. Toda vez que el deber de cada un, cualquiera que sea su edad, sexo o posición social, es dar un sufragio de cualquier clase, tanto más que para darlo basta con algunos minutos para llenar el impreso descrito más arriba, y un gasto de algunos céntimos en sello de correos. Aquellos cuyos nombres no figurarán en el libro de sufragio, tanto en la categoría de adeptos o en la de protestatarios, no tendrán nada que hacer valer para su justificación. Con el fin de que nadie pueda excusarse, basándose en su ignorancia de lo que se le pide, se tomarán medidas suficientes para que esta llamada no sea ignorada. Ruego a todas las redacciones de periódico que tengan a bien reproducir el contenido de mi llamada, así como a cada persona en particular, de querer hacerse partícipe de mi proposición a todos sus amigos y a todos sus conocidos.
Tales son las explicaciones que he creído necesario dar a mi obra. Estoy lejos de pretender que la lengua que propongo sea una lengua perfecta, que nada pueda sobrepasarla; pero me he propuesto la tarea, tanto como me ha sido posible, de satisfacer todas las exigencias de una lengua internacional. Sólo después de haber resuelto todos los problemas que me he planteado me he decidido a presentar esta obra al público. Pero no soy más que un hombre, por lo que me he podido equivocar; he podido cometer algún error imperdonable; he podido omitir la incorporación a la lengua las reglas que podrían ser muy útiles. Por eso antes de publicar un diccionario completo y de comenzar la publicación de libros y revistas presento mi obra por el espacio de un año a la aprobación benevolente del público, dirigiéndome a todas las personas cultas, con el ruego de que tengan a bien comunicarme su opinión sobre la lengua nueva que propongo. Que todo aquél que tenga objeciones que hacer se digne hacerme partícipe, por escrito, de los cambios que crea útiles introducir. Agradecidamente consideraré todas las indicaciones que me parezcan indudablemente prácticas, sin no obstante sobrepasar las bases fundamentales de la lengua, es decir: facilidad de estudio y su aptitud absoluta a servir de utilidad internacional, al margen del número de adeptos. Tras los cambios eventuales, que serán el objeto de un librito especial, la lengua adquirirá una forma constante y definitiva. En caso de que las correcciones se consideren insuficientes, no hay que olvidar que la lengua en sí no estará cerrada, en el porvenir, a todas las mejoras posibles, pero la única diferencia será que el derecho a cambiar lo que sea no pertenecerá ya al autor, sino a la autoridad de una academia especial, generalmente reconocida. Lo más difícil de crear una lengua internacional es hacerla aceptar. Además hay que llamar una atención sostenida. Una vez que la lengua esté aceptada, y su uso se haya convertido en general, una academia constante podrá entonces, con facilidad e insensiblemente, introducir todas las mejoras que se juzguen necesarias, debiendo incluso llegar el tiempo en que tales cambios que la lengua actual sea algo irreconocible. También ruego a los lectores que no estén aún satisfechos de mi invento y que, en consecuencia, quieran enviarme protestas en lugar de promesas, de hacerlo sólo en el caso en que tengan motivos serios.
Confío, pues, en la benevolente atención del público este trabajo que me ha costado tanta fatiga y tiempo. Me atrevo a concederme la esperanza de que todos aquellos para los que la humanidad entera sea cara, me ofrezcan su apoyo en todo lo que esté en su mano. Las circunstancias indicarán a cada uno en qué puede ser útil a la empresa; me permitiré sólo atraer la atención de las personas bien dispuestas hacia la lengua internacional, sobre el punto principal en que debemos ahora fijar nuestra atención: en el éxito del sufragio. Que cada uno haga lo que pueda, y esto bastará para que en un tiempo próximo consigamos el ideal soñado desde hace tanto tiempo, a saber una lengua común para toda la humanidad.
El autor ruega al lector que tenga a bien completar una de estas rúbricas adjuntas y enviarlas, distribuyendo las demás a sus amigos y conocidos para que hagan lo mismo1.
PROMESO | PROMESO | PROMESO | PROMESO | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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De todas formas, el propio Zamenhof dio instrucciones para suplir esta carencia, cuando no hay más remedio que escribir sin estos signos: escríbase una h a continuación del signo a distinguir del precedente. Por ejemplo: ch en lugar de æ, sh en lugar de þ, etc... Su recomendación era que la ý se escribiera, en esos casos, como u, pero nosotros podemos utilizar ù, y así distinguir la vocal de la semivocal...
Forma activa:
Forma pasiva:
Todas las formas del verbo pasivo se forman con la ayuda de las formas correspondientes del verbo est (ser) y del participio presente del verbo pasivo dado. Además se emplea la preposición de. Ejemplo: þi est,as am,at,a de æiuj® ella es amada por todos.
7. El adverbio se termina por e. Los grados de comparación son como los del adjetivo. Ejemplo: mi,a frat,o pli bon,e kant,as ol mi® mi hermano canta mejor que yo.
8. Todas las preposiciones exigen el nominativo.
Diccionario Español-Esperanto.
Creado Murcia el viernes 26 de septiembre de 1997 a las 22:02:01 utilizando WebEdit 2.03
NOTA DEL TRADUCTOR.El ejemplo original de Zamenhof era de un español de Madrid. Me ha parecido más oportuno cambiarlo para que el ejemplo tenga sentido, al estar este escrito orientado a españoles. Se puede convencer cualquiera, puesto que junto a este librito se publica un manual completo. Como se añade a este librito algunos fragmentos que sirven de ejemplo, así como un diccionario, el lector puede hacer la prueba por sí mismo al instante.