Esperanto

Esencia y futuro de la lengua internacional

I

Toda idea que esté llamada a jugar un papel importante en la historia de la Humanidad tiene siempre la misma suerte: cuando aparece, los contemporáneos no sólo la saludan con una desconfianza notablemente contumaz, sino que llegan a profesarle una animadversión por motivos poco claros. Los pioneros de estas ideas deben sufrir mucho; se les considera locos, infantilmente torpes, o final y directamente como hombres de poco provecho. Mientras que los que se ocupan de las estupideces más inanes e inútiles, siempre que estén de moda y conformes a las ideas rutinarias de la masa, disfrutan no sólo de la vida, sino también del nombre honorable de maestros o benefactores públicos, los pioneros de las nuevas ideas no encuentran más que burlas y ataques. El primer mozalbete con poco acervo cultural les mira y dice que se ocupan sólo de tonterías. El primer folletinista gacetillero escribe sobre ellos artículos ingeniosos y otras anotaciones, sin haberse tomado el trabajo de al menos enterarse de lo que ellos tienen entre manos. Y el público, que siempre va como un rebaño de borregos detrás de los que chillan, se ríe más y más, sin preguntarse ni por un momento si acaso existe una gota de sentido o lógica en esas burlas ingeniosas. Para ellos esas ideas son un modo de hablar y nada más que una sonrisa irónica y de desprecio, por lo que así actúa A y B y C, y todos ellos temen pensar con seriedad ni siquiera un momento sobre la idea objeto de la burla, porque ellos ya saben de antes que no tiene más insensatez y temen que de algún modo se les incluya entre el número de los insensatos si por un solo minuto intentan relacionarse en serio con esos necios. Las personas se admiran de qué manera en nuestra época práctica pueden aparecer estos fantasiosos ignorantes y porqué no se les mete en el manicomio.

Pero pasa el tiempo, y tras mucho batallar y sufrir, los mozalbetes fantasiosos consiguen su objetivo. La humanidad se enriquece con una nueva adquisición y extrae de ella una utilidad de lo más práctico y en las formas más variadas. Entonces las circunstancias cambian. El asunto ya fortalecido parece a los hombres tan sencillo, tan comprensible por sí mismo que nadie comprende cómo hemos podido vivir tantos milenios sin ello. Cuando los de la posteridad leen historias sobre cómo se tuvieron que alzar contra las ideas alegadas por los contemporáneos desde su nacimiento, no querrán creerlo en absoluto y pensarán que todo son invenciones de los que escriben historias para burlarse de las generaciones pasadas. �De verdad, dirán, todo el mundo consistía en idiotas? �En realidad han existido personas que tomaban acciones contra los pioneros con semejantes discursos insensatos, y los demás se callaban, cuando cualquier niño de cinco años podría decir a los criticones: �Señores, dicen Vds. una horrible insensatez sin basarse en nada, cuyo rebate se encuentra ante sus propias narices!? �Absolutamente incomprensible! Los historiadores ciertamente exageran!

Leed la historia del nacimiento del Cristianismo y de diversas grandes ideas de la región de la moral, filosofía y ciencia; leed la historia de América, de la introducción de los ferrocarriles, etcétera. Siempre lo mismo. Es ist eine alte Geschichte, doch bleibt sie immer neu (Es un asunto viejo, no obstante siempre se queda nuevo). La luz aparece como algo de primera necesidad a quien la ve de lejos, pero al que está junto a ella le molesta en los ojos, y procura apagarla. La idea de Colón de que debe existir una camino por el Oeste para las Indias nos parece ahora muy sencilla, tan natural, que no queremos creer que pudieron existir una vez personas que, sabiendo ya que la tierra era un globo, podían dudar que se podía ir a cualquier país no sólo por el Oriente, sino también por el Occidente, y que en este Occidente inexplorado se pueden encontrar posiblemente tierras desconocidas pero interesantes para nosotros. Cuando leemos esos razones que se le argumentaban a Colón, por ejemplo, de que nadie viajaba hacia el Oeste de Europa, y por lo tanto no era posible, que Dios prohibía hacer esto, que los barcos caerían hacia abajo y que no podrían volver a subir hacia arriba, etcétera, nos preguntamos muy a nuestro pesar, de qué manera hombres maduros podían decir esas estupideces que harían enrojecer de verg�enza a cualquier niño. Y sin embargo en aquella época esos argumentos ingenuos eran considerados verdades que no daban lugar a ninguna duda, la opinión más lógica de todo el mundo prudente, y las ideas de Colón se consideraban cosas de críos que no merecían ninguna atención. Cuando se demostró a los hombres la fuerza del vapor y su utilidad, �podría el hombre prudente argumentar en su contra? Y no obstante �cuánta lucha de tantos años, sufrimientos y burlas debieron soportar sus creadores! E incluso cuando por fin prosperó la idea y alcanzó su objetivo, cuando ya en Inglaterra hacía tres años que las locomotoras corrían y procuraban una gran utilidad, en el continente de Europa hombres instruidos e incluso instituciones cultas, en lugar de limitarse a mirar y convencerse, seguían escribiendo tratados profundamente pensados que decían que la construcción de locomotoras era una empresa infantil, que no era posible, que eran inútiles, etcétera. �Qué pasa?, nos preguntamos, �Esto es alguna especie de epidemia de idiotez que afecta a toda la humanidad? �De verdad han existido esas generaciones? Sí, existieron esas generaciones, y nosotros, que ahora nos asombramos tanto, en realidad no somos mejores que ellos, y nuestros nietos no serán mejores que nosotros. Todas estas personas con sus parlamentos y argumentos tan indignamente insensatos, sin embargo no eran idiotas, a pesar de que ahora nos lo parezcan. Toda su culpa consistía en que gracias a la inercia natural del espíritu en todos nosotros, todos o bien no quisieron hacerse un juicio sobre lo que aparecía nuevo en ese momento, prefiriendo limitarse a la risa que procura salud, o bien pasaron a su evaluación con una convicción previa de que el asunto propuesto a ellos era irrealizable, y todos sus argumentos los conformaban a esa decisión previamente tomada, y cerraban su cerebro a los argumentos de los defensores de la nueva idea con la cerradura más fuerte, y por eso estos últimos argumentos que intentaban probar la posibilidad de eso, sobre lo que a todos es evidente, que no es posible debían parecerles a esos hombres inertes tan infantiles como ahora nos parecen a nosotros sus propias argumentaciones.

A esas ideas que sus contemporáneos les parecían fantasías sin sentido y la posteridad califica algo tan natural que no comprenden de qué forma la humanidad pudo vivir miles de años sin ellas; a esas ideas pertenece también la idea de la introducción de una lengua común para la comunicación entre diversos pueblos. Cuando nuestros descendientes lean en la historia que los hombres, los reyes de la tierra, los más altos representantes de la inteligencia mundial, los semidioses, en la duración de miles de años vivieron unos junto a los otros sin comprenderse entre sí, simplemente no querrán creérselo. Para eso no hacía falta ninguna fuerzas sobrenatural, dirán, Todas aquellas personas poseían una serie de sonidos acondicionados con los que comprendían a sus vecinos más cercanos..., �cómo es que no se les ocurrió ponerse de acuerdo entre sí en introducir una de esas colecciones de sonidos para comprenderse recíprocamente entre todos, igual que entre todos los pueblos cultos se había introducido una colección acordada de medidas, un alfabeto, unos signos musicales, etcétera! Nuestros descendientes se indignarán cuando sepan que a los que intentaban introducir una lengua común, sus contemporáneos les señalaban con el dedo como maniáticos, mozalbetes que no merecían el nombre de personas serias, que cualquier imbécil podía reírse de aquellos hombres en las revistas, diciendo cuanto quisieron si que apareciese nadie que dijese a esos imbéciles: �podéis encontrar esta idea factible o no factible, pero reírse de ella sin conocerla os debería dar verg�enza, señores! Mucho se reirán nuestros descendientes cuando oigan los discursos ingenuos que muchos de nuestros contemporáneos dicen contra la idea de una lengua internacional en general y de una lengua artificial en particular. Igual que nosotros nos reímos con lástima de nuestros tatarabuelos que hace unos miles de años protestaron contra le introducción del alfabeto artificial, gritando con el aplomo del experto, pero sin pruebas, que el medio para la expresión de nuestros pensamientos es un objeto orgánico, natural, creado por la historia (la escritura por medio de dibujos jeroglíficos) y que no puede ser creada en un gabinete. De igual manera se burlarán nuestros descendientes de los contemporáneos que sólo por la circunstancia que nada dice de que las lenguas actuales se han creado ciegamente por sí mismas, certifican con autoridad que una lengua no se puede crear artificialmente. �Hasta ahora no había ocurrido, por lo tanto no puede ser!. �Cómo podemos creer, dirá en el siglo que viene el estudiante de diez años de edad a su maestro, que existían personas que negasen la posibilidad de la existencia de una lengua artificial, cuando ante sus propias narices esa lengua ya existía, tenía una rica literatura y ejecutaba maravillosamente en la práctica todas las funciones que se pueden pedir a una lengua internacional, y estos señores, en lugar de hablar tanta insensatez teórica, sólo tenían que abrir los ojos y mirar! �Es posible que personas maduras no dijesen más que frases insensatas sobre la diferencia de los órganos de la voz de los pueblos, cuando todos los niños ven a cada paso a miembros de un pueblo que hablan muy bien en la lengua de otro pueblo! Y el maestro responderá: En realidad es increíble, y sin embargo así fue!.

Por otra parte, en esta época en el asunto de la lengua internacional la rutina e inercia mental comienza poco a poco a ceder a la sana prudencia. Ya hace tiempo que aquí y allá en diversas revistas aparecen artículos llenos de aprobación de la idea misma y sus defensores. Pero todos estos artículos aún son tímidos, como si el autor temiese que se le pusiese en la picota. Estas voces poco valerosas se pierden en el coro chillón de los gritadores y burlones de forma que la enorme mayoría del público, acostumbrado a ir sólo donde se grita más fuerte y a opinar que todo burlador es sabio, todo atacante un valiente y todo atacado un culpable, siempre todavía ven la idea de una lengua internacional como una fantasía infantil sin sentido. Convencer a este público es algo que no me propongo, pues nuestras palabras perecerían en vano. Sólo el tiempo les convencerán. Mañana les construirán a los pioneros de la idea monumentos con el mismo sentimiento gregario que hoy les arroja al barro. Nuestra palabra está destinada sólo a aquellos que han demostrado relacionarse a nuestra idea con un juicio independiente, pero bajo la influencia de diversas opiniones oídas y que no saben qué partido tomar, pero desearían creer y al mismo tiempo se atormentan por las dudas constantes. A estas personas le analizaremos la cuestión de si efectivamente nosotros, los amigos de la idea de la lengua internacional, trabajamos por una utopía indefinida y si nos amenaza el peligro d que todos nuestros trabajos perecerán en vano, como creen nuestros contrarios, o si vamos a un objetivo claramente definido, sin dudas y que alcanzaremos indefectiblemente.

Sabemos, estimados lectores, que acostumbráis a relacionaros con estima sólo a los argumentos que están llenos de citas, tachonados de muchos nombres de fuerte autoridad y que brillan con gran cantidad de frases de altos vuelos casi científicas. Os advertimos que esto no lo encontraréis en nuestro discurso. Si encontráis digno de atención sólo lo que está ligado a altos nombres, leed algún trabajo sobre la lengua internacional y encontraréis allí una larga serie de científicos gloriosos y autorizados que trabajaron por la idea de una lengua internacional. Pero aquí nosotros abandonamos todo lastre superfluo y hablamos sólo en nombre de la lógica desnuda. No prestéis atención de qué dice Pedro o Juan, sino pensad pro vosotros mismos. Si nuestros argumentos son correctos, aceptadlos. Si no son correctos, abandonadlos, incluso si miles de grandes nombres los sostienen.

Analizaremos sistemáticamente las siguientes preguntas:

  1. �Es necesaria una lengua internacional?;
  2. �Es posible, en principio?;
  3. �Existe alguna esperanza de que se introducirá efectivamente en la práctica?;
  4. �Cuándo y de qué manera se realizará eso y qué lengua se introducirá?;
  5. �Nuestra labor conduce a un objetivo definido, o actuamos todavía a ciegas y nos arriesgamos a que nuestro trabajo perezca en vano, y que las personas prudentes deben aún apartarse de nosotros hasta que el asunto se aclare?


  1. Introducción: lo que no se creerá en el futuro.
  2. �Es necesaria una lengua internacional?
  3. �Hay esperanza de que se introduzca en la práctica alguna vez?
  4. �Alguna vez se introducirála lengua internacional;?
  5. Cuándo y en qué manera vendrá.
  6. Características del Esperanto: es enormemente fácil.
  7. Características del Esperanto: la perfección del Esperanto.
  8. �Qué lengua artificial se introducirá en el uso común?
  9. �Aparecerán otras lenguas artificiales más adecuadas que el Esperanto?
  10. Qué hacer ahora?

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